domingo, 24 de agosto de 2014

We Unite Under our Flag

We choosed a dystopian genre for our naturalistic style of play. This one tells the story of the workers in a society that explote them while the ones who do not make any kind of effort receive the profits. Those workers get sick of dealing with the situation so they plan a revolution against their leader, who controls the way the system works.

We created a flag that represents the aims of the revolution led by the workers. Green colour is for the hope they have for the situation to change, blue is expresing security, because that is what they want, and white is for the peace they need in their lives, after sorting very difficult sittuations. At the middle, we decided to include a hammer and a trophy to show that effort has its rewards, and that everyone have to make an effort to achieve what they wish.
Cast:
Conrad---Ailín Castro Cendra
William---Joaquín Parodi
Worker 1---Lara Ochagavía
Worker 2---Lucía Convertini
Worker 3---Carolina Vazquez


miércoles, 6 de agosto de 2014

Protocolo: "La Vida no es de Cristal"

Al tener que tomar como referencia un hecho histórico relevante, decidí elegir el atentado a la Amia del 18 de julio de 1994 porque me pareció que al ser un hecho reciente podía contar con los relatos de mis padres, quienes vivían a pocas cuadras del sitio donde la acción tuvo lugar. A pesar de tenerlos como ayuda para ciertos detalles como pueden ser las consecuencias a simple vista del estallido y los sonidos que se sintieron en el momento, averigüe la dirección y la fecha exacta en la que este suceso ocurrió ya que la memoria no les jugó a favor.
La escritura de la primera versión parecía correcta en cuanto a la inclusión de datos dados para que el cuento tenga sentido y comprensión, pero luego de leer los comentarios sobre el mismo, me di cuenta de que esto era de esa forma para mí porque ya sabía de qué se trataba la historia. Si alguien la desconocía, podían asumir que se trataba del atentado por la fecha indicada al final del cuento, pero el resto de la información no aportaba muchos indicios o era nula. Por esa razón incluí el nombre de la calle donde el edificio de la Amia está ubicado, así como el barrio y una descripción de sus funciones lo más simple como para que un niño pueda entenderla. Hice alusión al religión judía. dominante en la zona y en el edificio al describir a la gente que sufría por lo ocurrido en las veredas.
En el cuento original, escrito junto a una compañera, presté especial atención en lograr que el punto de vista se adecuen a la visión que un niño podría tener sobre la situación, ya que así lo pedía la consigna. Me enfoqué en detalles como pueden ser la mochila de los Simpsons o el pensamiento que el nene tiene sobre el pulmón del edificio, para añadir un poco de picardía e inocencia al personaje y así representar una corta edad para el mismo.
Al leer los comentarios de otra compañera y de mi profesora, me di cuenta de que podía trabajar más la opinión que el niño tenía sobre los adultos y hacer que esta indique su forma inocente de ver el mundo.  A la oración: “A mi me gusta sentir que mi vida es una película y que pueden pasar cosas increíbles” la cambié por: “A mi me gusta sentir que mi vida es una película y que pueden pasar cosas increíbles e interesantes. Si los grandes prefieren ser aburridos, se van a terminar volviendo locos en su mundo donde tienen todo planificado.” Amplía la idea de un mundo fantástico que un niño puede tener acerca de la vida.
Sobre este mismo aspecto corregí un pensamiento adjudicado al niño al final del cuento en el que parecía muy maduro para su edad, muy profundo y analítico para lo que un chico puede entender: “ porque sé que me estuvo evitando para no tener que enfrentar el miedo que sintió y que noto que siente” por “ porque sé que todo lo que hizo lo hizo para protegerme y no contagiarme de su preocupación”, que parece más adecuado y verosímil.
A lo largo del cuento, el niño siente empatía con los personajes que aparecen y se mencionan en la historia, enfocado en la situación que estaba viviendo y por eso me pareció acertada la corrección que mi profesora me hizo sobre la expresión: “Me distraigo pensando”. A esta opté por cambiarla y usar en cambio: “Sigo pensando” ya que en realidad ese pensamiento venía ocupando un espacio en su cabeza desde el comienzo, desde que empieza a demostrar inquietud sobre lo que está viviendo. El cambio logra que el relato sea completamente verosímil ya que pienso que es correcta la preocupación del nene por la situación y los pensamientos que éste tiene con respecto a lo que vive, teniendo en cuenta su edad.
En cuanto a la distancia narrativa, en el cuento original no fue muy acertada su inclusión ya que prácticamente no se incluyeron a los otros personajes como partícipes en el relato y por lo tanto, no tenían voz. En la segunda versión, inclui partes en las cuales la madre habla con el hijo, en forma de discurso directo libre, en donde narrador no lo menciona y simplemente le presta la voz a su personaje, sin ningún tipo de indicación: “ La ficción no es real. La ficción te vuelve tonto.” “Tu bolso pesa mucho, lleva esto que está casi vacío”. (En el cuento no utilicé comillas, están utilizadas para mostrar la cita)
Otro aspecto narrativo que corregí a pesar de no haber recibido ningún comentario acerca de ello, fue el tiempo elegido en la narración. La versión original ocurre cronológicamente, siempre preguntando sobre el pasado pero sin anacronías ni vueltas en el tiempo. Todos los hechos se suceden. Lo que sí se incluyó fueron pausas y resúmenes, donde, en el primer caso, se explican situaciones, se describe lo que el niño ve y en el segundo caso, se menciona en una oración el paso de horas, como es al final, cuando el niño cuenta: “Estoy muy cansado, fueron 4 horas de viaje por una ruta llena de autos que no avanzaban más”.
Para hacer el cuento más interesante, decidí incluir una prolepsis, al comenzar el relato desde los que el chico vive al final del día y luego saltando directamente al comienzo del mismo: “Las quemaduras ya no arden y el dolor ya no lo siento {...} Un ruido horrible. Me despierto muy asustado {...}.”

*Link al cuento

La Vida no es de Cristal...

Las quemaduras ya no arden y el dolor ya no lo siento. Solo me molesta seguir pensando en la desesperación que mostraban las caras de la gente en la vereda de la calle Uriburu. Pero tengo que confiar en lo que mi tío dice, todo va a estar bien.

Un ruido horrible. Me despierto muy asustado. Me queman los brazos y la cara, me sangra. No hay vidrios en las ventanas, están en el piso de mi cuarto. Quiero llorar pero no me sale así que corro y busco a mamá. No está en su cama, ni en el living, ni en la cocina. Está en el balcón. Ahora sí, lloro. Mamá me ve y me abraza fuerte, muy fuerte, tanto que me duele y me quejo. Creo que se da cuenta de que me sangran los brazos recién en ese momento. Me lleva corriendo al baño y me pone el líquido amarillo que tanto odio y tanto arde. Quiero saber qué está pasando pero no me dice nada y no me animo a preguntar.
Mamá parece asustada y eso me asusta todavía más. Me lleva a mi cuarto y empieza a agarrar mi ropa y ponerla en el bolso de Los Simpsons que me regaló el Abuelo para mi cumpleaños. Me agarra de la mano, sin hablarme ni mirarme, cosa que me preocupa, y vamos a la cocina. Tampoco hay vidrios en la ventana que da al pulmón del edificio. No entiendo por qué le decimos pulmón, no respira, es sólo un agujero del que mamá me dice que siempre me aleje.
Me quedo mirando un rato por esa ventana, mientras mamá corre hacia el baño, su habitación, vuelve a la cocina y empieza otra vez a recorrer el departamento como si buscara algo. Sigo pensando qué puede ser lo que pasó para que haya tantas sirenas de bomberos, policías y ambulancias. Me parece como si estuviera en una película pero no voy a decir nada porque siempre recibo retos de los adultos, incluida mi mamá. La ficción no es real. La ficción te vuelve tonto. A mi me gusta sentir que mi vida es una película y que pueden pasar cosas increíbles e interesantes. Si los grandes prefieren ser aburridos, se van a terminar volviendo locos en su mundo donde tienen todo planificado.
Cuando me doy cuenta estoy en las escaleras, corriendo con la cartera de mamá en los brazos.Tu bolso pesa mucho, lleva esto que está casi vacío. Es raro ver a mamá, tan seria, llevando una mochila de Los Simpsons. El ascensor está cerrado y el portero nos pide que no lo usemos por seguridad. Mi mamá entiende el porqué rápido y me arrastra al primer subsuelo, donde guardamos el auto. Subimos en silencio, en realidad sin hablarnos, porque hace bastante ruido al respirar, y prende el motor. Cuando me acomoda bien el cinturón de seguridad, por primera vez en el día me pregunta con palabras si estoy bien. Con sus ojos ya me lo preguntó varias veces, y yo le respondí de la misma forma. Respondo que sí porque no me animo a decirle que me está matando la intriga y que me gustaría saber qué está pasando y qué va a pasar después. Se da vuelta, respira hondo y arranca.
Salimos del estacionamiento y me doy cuenta de que la calle de mi casa esta llena de gente. Me parece raro, porque no hay muchos lugares cerca donde la gente trabaje vestida de traje o muy arreglada, como veo que hay muchos. Seguro que hay alguna reunión, quiero creer. Les miro las caras, muchos están llorando y van arrodillandose, como si no tuvieran fuerzas para quedarse parados. Algo más está pasando. Nos pasan tres ambulancias muy rápido por el costado y entonces miro para atrás. Presto atención a la gente que está en el piso. Tienen las manos juntas, como rezando, y la mayoría de los que lo hacen tienen ese sombrerito redondo en la punta de la cabeza que nunca entendí para qué sirve. Mamá me explicó una vez que es por su religión pero me sigue llamando la atención. Hay muchos hombres de los que llevan las barbas largas, ¿cómo me habían dicho que se llamaban? Rabinos, si. Hay muchísimos y todos parecen desesperados. También veo que las mujeres son muy parecidas, todas vestidas iguales y con el mismo corte de pelo. Nunca me había dado cuenta de eso, pero ahora que están todas juntas me pregunto si también será por su religión.
Está todo negro, hay por lo menos 20 patrulleros, bomberos y ambulancias estacionadas en frente del edificio, ese edificio que ya no es un edificio porque se cayó y ahora es solo pedazos de cemento negros acumulados en el piso. El edificio que, según mi abuelo, era el más importante de todo el barrio de Once por ayudar a la gente sin discriminarla ni pedir nada a cambio, ya no existe.La gente está agrupada en la vereda de enfrente donde alguien, supongo que la policía, puso de esas cintas amarillas que dicen “peligro” para evitar que se acerquen al lugar destruido. Esto sí se parece a una película, no pueden decirme que no. Lo único que reconozco es que, por el miedo que siento a través de las expresiones de la gente y de mamá, lo que pasa no es increíble por lo divertido, sino por lo horrible.



Ahora sé lo que pasó a la mañana, pero no logro entender por qué. No puedo pensar en que alguien quiera matarse junto con otras personas inocentes. Estoy muy cansado, fueron 4 horas de viaje por una ruta llena de autos que no avanzaban más. Mañana espero poder hablar con mamá, o más que hablar, darle un abrazo, porque sé que todo lo que hizo lo hizo para protegerme y no contagiarme de su preocupación. Por suerte mi tío nos va a saber entretener y así vamos a pensar en otra cosa que no sea el desastre que pasó en la esquina de mi casa este 18 de julio.